Odio a Taylor Swift
El exabrupto de Trump ante el
apoyo de la cantante a su rival en las elecciones presidenciales ha despertado
la ironía de las redes. Un hombre mayor, millonario, con enorme poder, un ex
presidente de los Estados Unidos, que opta al mandato de nuevo, y que se
permite una rabieta contra una joven que no tiene más poder que su inmensa fama
como artista de pop. Esta visión ha sido la reacción más habitual, sobre todo
de la izquierda. Pero quizás, una vez más, erramos el tiro (lo que no es broma,
dado que Trump ha escapado ya a dos intentos de asesinato). ¿Seguro que Trump
no hace más que mostrar frustración y rabieta? ¿Seguro que Taylor no tiene
poder?
Veámoslo de otro modo. El
fenómeno Taylor Swift es asombroso para las personas de la generación boomer.
Nuestros héroes musicales eran hombres rockeros que representaban todo lo que
las mujeres no podíamos ser u obtener, sexo, drogas, dinero, libertad. Eran la
cara contracultural de todo aquello que eran los hombres en la realidad social,
responsables, con poder, renunciando a su libertad para ser cabezas de familia.
Ser una mujer libre era imitarlos y poder, al fin, subirse a una moto y
emborracharse. Nada malo como plan, pero desde luego una imagen de la igualdad
donde los valores masculinos eran absolutamente superiores. Ellos tenían la
gracia, y solo teníamos que imitarlos para ver si algo nos caía de esa capa mítica.
Por el contrario, en los conciertos de Taylor, un ejército de niñas baila y
canta sus canciones e intercambia pulseritas. Se reconocen en las letras de una
artista que les dice que no tienen que ser hombres -ni poderosas mujeres de
minorías raciales- para tener vidas interesantes. Y que tienen derecho a todo,
al lirismo y a la cursilería, al amor y al poder, al dolor y hasta al
malditismo de los poetas torturados, el más lejano y valioso de los campos
vetados a las mujeres, el fracaso y su épica. Las tonterías de sus vidas valen exactamente
lo mismo que las bobadas de los Rolling Stones y sus letras supuestamente
salvajes. Si a ellos se los tomó en serio, ¿por qué no a ellas y sus vidas y
tormentos?
Resulta que este fenómeno es la
prueba de un enorme vuelco sociológico, el triunfo real del feminismo, el
cambio de eje del mundo de los hombres al de las adolescentes, de los padres a
las hijas, por así decirlo. Detrás de esta transformación está el fin del mundo
industrial, de la familia nuclear, del género como institución, de la nación y de
la responsabilidad masculina sobre el mundo. Casi nada. Los perdedores de este cambio
son los ganadores del modelo anterior, hombres trabajadores y responsables de
sus familias, que recibían a cambio de renunciar a ser muchachos contraculturales
el aprecio social, el respeto de sus mujeres y un salario. Todo lo cual se ha
venido abajo.
Por lo tanto, Taylor Swift
representa realmente lo que odian y no comprenden. Muchos de esos hombres están
atravesando una profunda crisis moral que se ha expresado demográficamente en las
muertes por desesperación (alcoholismo, accidentes, suicidios, etc.) de una
generación de hombres trabajadores blancos en USA, y políticamente en el voto
masculino a la derecha populista.
Así que cuando Trump dice que
odia a Taylor Swift está tocando una tecla muy directa y profunda en el corazón
de esa América que no entiende el vuelo de las adolescentes que ven el campo
libre, por primera vez en la Historia, para expresar sus anhelos y reivindicar sus
vidas. Vale la pena entender que Trump solo dice literalmente y legitima lo que
millones sienten si se quiere tener alguna oportunidad de ganarle.
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